lunes, 3 de diciembre de 2012

Tiempo...


"Siento, que tu alma me engulle,
que paren el tiempo,
en este momento..."

El tiempo, ese ente con vida propia, que se alía o enemista a su antojo, el que tantas veces se nombra como buen juez, el que todo lo cura, el que todo lo observa...
Es tan relativo este buen compañero, pues no acepta chantajes de ningún tipo, cuando necesitamos acelerarlo, lo retamos a ir más y más lento, pero cuando precisamos su parada, vuela con tal agilidad que ni percibimos su paso. Es esta una de las cualidades por las que sabemos que somos felices, que nos sentimos plenos.

Pero el tiempo tiene un punto débil, un factor común con las emociones más importantes que podemos sentir como seres humanos... el amor... El amor es capaz de detenerlo o agitarlo como una corriente marina a su merced. Juntos, el amor y el tiempo, son veraces destapando engaños o realidades con más aciertos que la propia mente, pues conjugan una mezcla más fuerte que un suero de la verdad.

Cuando estamos desencantados, el reloj parece que no avanza, la desilusión se apodera y se refleja en un tic nervioso obligándonos a mirar la hora cada cinco minutos. El tiempo, hábil conductor de la verdad, nos intenta avisar de nuestra incomodidad y terco en su empeño se detiene con más ganas...

Por el contrario, cuando estamos enamorados, vuela como una hoja en un huracán, en un torbellino que nos empuja sin darnos cuenta de que se escapa...Casi ayudándonos a mantener la ilusión de un próximo encuentro... Paradójico, pues a pesar de nuestra voluntad de detenerlo, se mantiene firme en su carrera.

Cuando nos encontramos en compañía de alguien que es capaz de hacernos sentir esto, se produce algo tan extraño como el propio hallazgo de esa persona... Descubrimos que sí se puede detener el tiempo. Que se puede abrir un universo paralelo donde no existe una fracción de segundo o una eternidad, y cuya llave es algo tan simple como una mirada, una caricia, un beso...

Una mirada que detiene absolutamente todo a nuestro alrededor, como si de magia se tratara, se insonoriza el bullicio, se difuminan las formas, te hipnotiza, sólo tú y yo...
Un beso que sabe al mismísimo cielo, pues es allí donde te sostiene durante los segundos que dura, en esa altura donde todo lo demás parece pequeño, insignificante...
Una caricia que habla desde el corazón, que puede resultar inocente, profunda y apasionada en un mismo sentir, diciendo todo lo que con palabras sería imposible y donde el pulso de dos personas que se aman se convierte en uno solo...

Es entonces cuando nos damos cuenta de que el tiempo es real, tangible, cruel y bello en el mismo instante; de que irremediablemente, nuestro afán es dominarlo a él, en vez de entender que es él quien manda, quien nos muestra el camino, quien identifica lo bueno y lo malo...

Yo he tenido la suerte de escucharlo. Me ha explicado que no te deje marchar, pues mi reloj ha estado parado hasta que te encontré, porque ese reloj es de pulso, y el mío no estaba completo hasta que sentí el tuyo. Me ha dicho que disfrute de nuestro momento, ya que él siempre estará ahí, ayudándonos a mantener la llama que nos ilumina, pero que lamentablemente no puede pararse, pues son tantas las cosas que nos reserva para vivir, que nos hará falta toda la vida para sentirlas. Y, aunque me sentí triste, me confesó, que estuviera feliz, porque hay cosas que él no puede parar, pues su debilidad, siempre será el amor...

Así que hice un trato con el tiempo... el seguirá corriendo sin detenerse, hasta que estemos juntos, pues como la llave del universo sin tiempo, es tu mirada, tus besos y tus caricias, estaremos a salvo de él... Así que...

Mírame, no dejes de mirarme,
mírame, no dejes de tocarme,
tócame, no me dejes que despierte de este sueño...

Tiempo...


"Siento, que tu alma me engulle,
que paren el tiempo,
en este momento..."

El tiempo, ese ente con vida propia, que se alía o enemista a su antojo, el que tantas veces se nombra como buen juez, el que todo lo cura, el que todo lo observa...
Es tan relativo este buen compañero, pues no acepta chantajes de ningún tipo, cuando necesitamos acelerarlo, lo retamos a ir más y más lento, pero cuando precisamos su parada, vuela con tal agilidad que ni percibimos su paso. Es esta una de las cualidades por las que sabemos que somos felices, que nos sentimos plenos.

Pero el tiempo tiene un punto débil, un factor común con las emociones más importantes que podemos sentir como seres humanos... el amor... El amor es capaz de detenerlo o agitarlo como una corriente marina a su merced. Juntos, el amor y el tiempo, son veraces destapando engaños o realidades con más aciertos que la propia mente, pues conjugan una mezcla más fuerte que un suero de la verdad.

Cuando estamos desencantados, el reloj parece que no avanza, la desilusión se apodera y se refleja en un tic nervioso obligándonos a mirar la hora cada cinco minutos. El tiempo, hábil conductor de la verdad, nos intenta avisar de nuestra incomodidad y terco en su empeño se detiene con más ganas...

Por el contrario, cuando estamos enamorados, vuela como una hoja en un huracán, en un torbellino que nos empuja sin darnos cuenta de que se escapa...Casi ayudándonos a mantener la ilusión de un próximo encuentro... Paradójico, pues a pesar de nuestra voluntad de detenerlo, se mantiene firme en su carrera.

Cuando nos encontramos en compañía de alguien que es capaz de hacernos sentir esto, se produce algo tan extraño como el propio hallazgo de esa persona... Descubrimos que sí se puede detener el tiempo. Que se puede abrir un universo paralelo donde no existe una fracción de segundo o una eternidad, y cuya llave es algo tan simple como una mirada, una caricia, un beso...

Una mirada que detiene absolutamente todo a nuestro alrededor, como si de magia se tratara, se insonoriza el bullicio, se difuminan las formas, te hipnotiza, sólo tú y yo...
Un beso que sabe al mismísimo cielo, pues es allí donde te sostiene durante los segundos que dura, en esa altura donde todo lo demás parece pequeño, insignificante...
Una caricia que habla desde el corazón, que puede resultar inocente, profunda y apasionada en un mismo sentir, diciendo todo lo que con palabras sería imposible y donde el pulso de dos personas que se aman se convierte en uno solo...

Es entonces cuando nos damos cuenta de que el tiempo es real, tangible, cruel y bello en el mismo instante; de que irremediablemente, nuestro afán es dominarlo a él, en vez de entender que es él quien manda, quien nos muestra el camino, quien identifica lo bueno y lo malo...

Yo he tenido la suerte de escucharlo. Me ha explicado que no te deje marchar, pues mi reloj ha estado parado hasta que te encontré, porque ese reloj es de pulso, y el mío no estaba completo hasta que sentí el tuyo. Me ha dicho que disfrute de nuestro momento, ya que él siempre estará ahí, ayudándonos a mantener la llama que nos ilumina, pero que lamentablemente no puede pararse, pues son tantas las cosas que nos reserva para vivir, que nos hará falta toda la vida para sentirlas. Y, aunque me sentí triste, me confesó, que estuviera feliz, porque hay cosas que él no puede parar, pues su debilidad, siempre será el amor...

Así que hice un trato con el tiempo... el seguirá corriendo sin detenerse, hasta que estemos juntos, pues como la llave del universo sin tiempo, es tu mirada, tus besos y tus caricias, estaremos a salvo de él... Así que...

Mírame, no dejes de mirarme,
mírame, no dejes de tocarme,
tócame, no me dejes que despierte de este sueño...

lunes, 26 de noviembre de 2012

TÚ...

Decidí andar un camino
con la soledad como compañera
Acertado pareció en su momento
y me puse el mundo por montera
Ilusa fui al retar al destino
pues otros planes quiso que tuviera.
Llegaste sin pedir permiso
y te cruzaste en mi carretera,
Obligándome desde entonces
a quererte de esta manera.


Pintas cada madrugada
con acuarelas de ternura.
Estrechas cada mañana
en los brazos de la dulzura.
Riendo iluminas la noche,
que antes de ti solo era oscura.
Enamoras con cada palabra
que susurras en la penumbra.
Zarandeas mis sentidos
transportándome a la locura.


Caminar a tu lado quisiera
desde ahora la vida entera.
Abrazados no existe el tiempo,
pues contigo se vuelve quimera.
Beber de un sorbo lo bueno
que segura estoy, nos espera.
Rezo porque ese mañana
que planeamos con certeza,
Envuelva nuestras almas
en un halo de experiencias,
Reviviendo a cada paso
ese amor que nos apremia.
Amándonos por siempre y más,
sé que nunca habrá tristeza...

Solo para ti...